Cada vez es más difícil
ver gente paseando por las calles
con las manos a la espalda.
Es un gesto que ha caído en desuso.
Hoy día,
a juzgar por algunas miradas,
los que nos mantenemos
fieles a él,
componemos una imagen
sospechosa.
La realidad, sin embargo, es muy distinta.
Gracias a nuestra parsimonia,
la velocidad hacia el desastre
parece un poco menor.
Karmelo C. Iribarren