La belleza de la palabra
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Invocación al mar - Mario Bojórquez

No es agua el mar, es fuego

incendio de la ola en su marea

No es agua el mar, es brasa

hoguera insomne, antorcha de viajero

No es agua el mar, es lumbre

escaldación infausta, sol hirviente

No es agua el mar, si quema

II

¿Qué palabra contiene

su furia y su prodigio?

¿Qué palabra lo fija

lo acecha en su espesura?

¿Qué palabra sujeta

el temple de su orilla?

¿Qué palabra es el mar

qué nombra su sonido?

III

Agua lustral, espumoso veneno

Fresca gota de sangre, miel calada

Río ancho, indócil, petulante

Vaso en el borde, copa, corrimiento

Marea boba, cántaro de lluvia

Fuente, cascada, nieve, lago calmo

Clepsidra, mercurio y bocatoma

Nombres del agua, máquinas del agua

Alzan el índice sobre el falange roto

Corrido y vaporoso y estancado

IV

El agua, serpenteante, su venero

El agua, presurosa, su caída

El agua, coloidal, cuaja su grumo

El agua, vesperal, abre su niebla

El agua, tormentosa, con su estruendo

El agua, alucinante, sueña su agua

V

Aquí está el mar

¿escuchas su violenta llamada e

ntre las rocas sin descanso?

VI

Canta, oh Diosa, la cólera del mar

Que nos diga la fuente su mística premura

Que nos hable en la ola fugaz de su marea

Aquí está el mar, aquí su incandescencia

Su canto proceloso de sirenas

Su mengua pesca de la luna boba

Su prodigio de sales y locura

Su tormenta, su sol, su movimiento

Su trigo despojado de malezas

Su miedo y su descanso

Su furia de volcanes espumosos

Su timón y su fuego y su lamento

Su inagotable sed, su pulpa hirviente

Su levante y su céfiro

Su astrolabio y su dársena

Su comba, su cadera

Su monstruo, su concha, su crustáceo

Su vestido de nieve en el verano

Su sargazo, su bosque submarino

Su quietud sin reposo

Su ánima corpórea

Su acento tremedal

Su canto sordo

VII

Te invoco mar, negro mar, ciego mar de mis ojos

Surcaremos las aguas de tu incendio imprevisto

Ataremos los cuernos de tu tobillo lánguido

Y tú, animal bramando, mostrarás tus quijadas

¿Dónde estás, quién te llama,

obligado perfume de mariscos secretos?

Remos velas timón

Arderán en el soplo de la vejiga rota

Romperán ebrias olas los trémulos bajeles

Abrazarán costados su fatigado brote

Erigirán espumas incandescente mástil

¿Dónde estás, quién te nombra fusil, cántaro,

vena constante en el mármol salado?

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Poema - La cobardía al final pasa factura

A veces,

-cuando observa en los bares

la sana desvergüenza de los jóvenes-,

los rescoldos

de una oscura pasión,

avivan su mirada.

Y ni siquiera entonces,

puede recordar sin sentirse culpable.

Karmelo C. Iribarren

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Poema - Lo que hay

Me estoy haciendo viejo,

he ahí un hecho

incuestionable,

una verdad absoluta

de la que se desprenden

circunstancias varias,

todas ellas adversas para mí.

Por ejemplo:

ya no puedo ir a ninguna parte

y decir que quiero llegar rápido,

ahora ya sé a dónde voy,

el tiempo no es un concepto abstracto

del que me pueda reír,

está aquí siempre, a mi lado,

como ese conocido incómodo

al que nos es imposible despistar.

La vida se lo va tragando todo,

la muerte se frota las manos,

y en el cielo, qué te voy a contar,

hace siglos que se acabaron las localidades.

En fin, para qué más.

Sin esperanza, pero con

veinte euros,

me encamino hacia el próximo bar.

Karmelo C. Iribarren

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Poema - Una mañana de miércoles

 Hace una mañana gris,

opaca, triste.

Estoy en un bar, con un café,

sentado junto al cristal que da a la calle.

La música –suave, lejana, indiscernible–,

acompaña sin pedirte nada a cambio,

ni siquiera que la escuches.

Cae una llovizna suave

–y un poco torcida– que hace

que algunos de los viandantes

no se la tomen muy en serio

y se resistan a abrir el paraguas.

Aquí dentro solo estamos el camarero y yo,

y ahora mismo esto es lo más cercano

a un pequeño paraíso en la tierra.

Me siento casi como en el camarote

de un tren.

Si lo fuera, yo tendría un billete

hasta la última estación.

Karmelo C. Iribarren

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Poema - Historia apenas entrevista

Acaba de cruzar

frente a mi parabrisas.

Es ella.

La recuerdo muy bien.

Siempre con algún libro

de Simone de Beauvoir

("Acabemos con la tiranía de la belleza"

y ese tipo de historias).

Luego, un día, desapareció.

Se fue a vivir

con un viejo economista.

Se ha pasado al enemigo,

dijeron unas.

Ya se sabe,

el dinero tiene imán,

dijeron otras …

Pero no.

Sucedió algo mucho más sencillo.

Tanto que fue ella misma

la primera sorprendida:

Se enamoró.

Karmelo C. Iribarren

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"Los viejos camaradas", Karmelo C. Iribarren

Alegra esa cara, hombre

-dicen, dándote una

palmadita en la espalda-,

hay que ser más optimista,

tú al menos puedes contarlo, ¿no?,

otros no tienen tanta suerte.

Y luego miran enseguida el reloj, y se van,

no vaya a ser que se lo cuentes.

Karmelo C. Iribarren

 

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La máscara del mal

Colgada en mi pared tengo una talla japonesa,

máscara de un demonio maligno, pintada de oro.

Compasivamente miro

las abultadas venas de la frente, que revelan

el esfuerzo que cuesta ser malo.

Bertolt Brecht

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Poema "Pausa" de Mario Benedetti

De vez en cuando,

hay que hacer una pausa,

contemplarse a sí mismo

sin la fruición cotidiana,

examinar el pasado,

rubro por rubro,

etapa por etapa,

baldosa por baldosa,

y no llorarse las mentiras,

sino cantarse las verdades.

Mario Benedetti

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No sirvo para Tinder

Ni soy tu papi, ni has sido mala, ni te voy a castigar.

Ni te voy a dar más fuerte, ni quiero palabra clave de seguridad.

Yo lo que quisiera es que me miraras a los ojos, como yo te miro a ti al follar.

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Poema - "La vida, otra vez, siempre"

La vida es 

como rellenar

un pliego

de descargo:

nunca te hace caso

ni dios.

Siempre te falta

alguna póliza,

algún dato,

alguna cifra,

algún papel.

Siempre se guardan

alguna carta

en la manga,

para finalmente,

poder seguir

jodiéndote.

Karmelo C. Iribarren

 

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Hora tras hora, día tras día

Hora tras hora, día tras día,

entre el cielo y la tierra que quedan

eternos vigías,

como torrente que se despeña,

pasa la vida.

Devolvedle a la flor su perfume

después de marchita;

de las ondas que besan la playa

y que una tras otra besándola expiran.

Recoged los rumores, las quejas,

y en planchas de bronce grabad su armonía.

Tiempos que fueron, llantos y risas,

negros tormentos, dulces mentiras,

¡ay!, ¿en dónde su rastro dejaron,

en dónde, alma mía?

Sed de amores tenía

Sed de amores tenía, y dejaste

que la apagase en tu boca,

¡piadosa samaritana!

Y te encontraste sin honra,

ignorando que hay labios que secan

y que manchan cuanto tocan.

¡Lo ignorabas…, y ahora lo sabes!

Pero yo sé también, pecadora

compasiva, porque a veces

hay compasiones traidoras,

que si el sediento volviese

a implorar misericordia,

su sed de nuevo apagaras,

samaritana piadosa.

No volverá te lo juro;

desde que una fuente enlodan

con su pico esas aves de paso,

se van a beber a otra.

Rosalía de Castro

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Poema - "Convalecencia"

A la luz de la playa,

¿por qué esta repentina

debilidad?

¿Y esta melancolía

igual a la dulzura de los convalecientes

a quienes un sol pálido termina de sanar?

¿De qué convaleciente?

¿Tal vez de la incurable enfermedad

de haber vivido

un año más?

Margarita Abella Caprile

Biografía

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Charles Bukowski: La chica más guapa de la ciudad

Charles Bukowski: La chica más guapa de la ciudad

Hoy quiero compartir un relato de Charles Bukowski, "La chica mas guapa de la ciudad".
También una versión en audio relato.
m.youtube.com/watch?v=XdH5vtVB3Ys

Es este relato está inspirada una canción con el mismo título de la banda que lideró Mauricio Aznar, Más Birras.
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Poema - La frontera

Era un lugar siniestro,

peligroso,

un lugar

donde podía pasarte

cualquier cosa.

Los trenes iban lentos: al otro lado

estaba Francia, nada menos,

y más lejos aún,

pero mucho más lejos, Pekín.

Una vez fui con mi madre hasta Bayona.

Estaba todo limpio y quieto,

como muerto,

como si no pasase nada.

Luego lo supe: ser libre

no es igual que ser feliz.

Karmelo C. Iribarren

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Poema - "Te quiero"

Tus manos son mi caricia,

mis acordes cotidianos.

Te quiero porque tus manos

trabajan por la justicia.

Si te quiero es porque sos

mi amor mi cómplice y todo,

y en la calle codo a codo,

somos mucho más que dos.

Tus ojos son mi conjuro

contra la mala jornada.

Te quiero por tu mirada

que mira y siembra futuro.

Tu boca que es tuya y mía,

tu boca no se equivoca.

Te quiero por que tu boca

sabe gritar rebeldía.

Si te quiero es porque sos

mi amor mi cómplice y todo,

y en la calle codo a codo,

somos mucho más que dos.

Y por tu rostro sincero

y tu paso vagabundo,

y tu llanto por el mundo,

porque sos pueblo, te quiero.

Y porque amor no es aureola,

ni cándida moraleja,

y porque somos pareja

que sabe que no está sola.

Te quiero en mi paraíso.

Es decir, que en mi país

la gente viva feliz

aunque no tenga permiso.

Si te quiero es porque sos

mi amor mi cómplice y todo,

y en la calle codo a codo,

somos mucho más que dos.

Mario Benedetti

Poema recitado por el autor

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Poema - "Después"

Y ahora se inicia

la pequeña vida

del sobreviviente de la catástrofe del amor:

Hola, perros pequeños,

hola, vagabundos,

hola, autobuses y transeúntes.

Soy una niña de pecho,

acabo de nacer

del terrible parto del amor.

Ya no amo.

Ahora puedo ejercer en el mundo,

inscribirme en él,

soy una pieza más del engranaje.

Ya no estoy loca.

Cristina Peri Rossi

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Poema - "Ya no será "

Ya no será,

ya no viviremos juntos, no criaré a tu hijo,

no coseré tu ropa, no te tendré de noche,

no te besaré al irme, nunca sabrás quien fui,

porqué me amaron otros.

No llegaré a saber por qué ni cómo, nunca,

ni si era de verdad lo que dijiste que era,

ni quién fuiste, ni qué fui para ti,

ni cómo hubiera sido vivir juntos,

querernos, esperarnos, estar.

Ya no soy más que yo para siempre, y tú,

ya no serás para mí más que tú.

Ya no estás en un día futuro,

no sabré donde vives, con quién,

ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.

No volveré a tocarte.

No te veré morir.

Idea Vilariño

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Poema Golondrino (Bécquer)

Volverán las oscuras golondrinas

en tu balcón sus nidos a colgar,

y otra vez con el ala a sus cristales

jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban

tu hermosura y mi dicha a contemplar,

aquellas que aprendieron nuestros nombres…

¡esas… no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas

de tu jardín las tapias a escalar,

y otra vez a la tarde aún más hermosas

sus flores se abrirán.

Pero aquellas, cuajadas de rocío

cuyas gotas mirábamos temblar

y caer como lágrimas del día…

¡esas… no volverán!

Volverán del amor en tus oídos

las palabras ardientes a sonar;

tu corazón de su profundo sueño

tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas

como se adora a Dios ante su altar,

como yo te he querido…; desengáñate,

¡así… no te querrán!

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El mirlo del lago Laíg

El mirlo del lago Laíg

El pájaro

Ha silbado

Desde la punta de su pico

De vivo amarillo

Canta su reclamo

Sobre el lago Laíg

Un mirlo en una rama

Un montón de amarillo.

(Poema anónimo, siglo VIII)

 

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Poema - "Desde los afectos"

¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo? 

Que uno sólo tiene que buscarlo y dárselo. 

Que nadie establece normas, salvo la vida. 

Que la vida sin ciertas normas pierde forma. 

Que la forma no se pierde con abrirnos. 

Que abrirnos no es amar indiscriminadamente. 

Que no está prohibido amar,

que también se puede odiar. 

Que el odio y el amor son afectos. 

Que la agresión porque sí, duele mucho. 

Que las heridas se cierran,

que las puertas no deben cerrarse. 

Que la mayor puerta es el afecto. 

Que los afectos nos definen.

Que definirse no es remar contra la corriente. 

Que no cuanto más fuerte es el trazo más se dibuja. 

Que buscar un equilibrio no implica ser tibio. 

Que negar palabras es abrir distancias. 

Que encontrarse es muy hermoso. 

Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida. 

Que la vida parte del sexo. 

Que el porqué de los niños, tiene un porqué. 

Que el querer saber de alguien, no es sólo curiosidad. 

Que para saber todo de todos, es curiosidad malsana. 

Que nunca está de más agradecer. 

Que autodeterminación, no es hacer las cosas solo. 

Que nadie quiere estar solo.

Que para no estar solo hay que dar.

Que para dar debimos recibir antes. 

Que para que nos den también hay que saber cómo pedir. 

Que saber pedir no es regalarse. 

Que regalarse en definitiva es no quererse. 

Que para que nos quieran, debemos demostrar qué somos. 

Que para que alguien sea, hay que ayudarlo. 

Que ayudar es poder alentar y apoyar. 

Que adular no es apoyar.

Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara. 

Que las cosas cara a cara son honestas.

Que nadie es honesto porque no robe. 

Que el que roba no es ladrón por placer. 

Que cuando no hay placer en las cosas, no se está viviendo. 

Que para sentir la vida, no hay que olvidarse que existe la muerte. 

Que se puede estar muerto en vida. 

Que se siente con el cuerpo y la mente. 

Que con los oídos se escucha.

Que cuesta ser sensible y no herirse.

Que herirse no es desangrarse. 

Que para no ser heridos levantamos muros. 

Que quien siembra muros, no recoge nada. 

Que casi todos somos albañiles de muros. 

Que sería mejor construir puentes. 

Que sobre ellos se va a la otra orilla, y también se vuelve. 

Que volver no implica retroceder. 

Que retroceder también puede ser avanzar. 

Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol… 

Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida. 

Daniel Russo Rendo

Nota sobre la autoría

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Poema - "La lenta máquina del desamor"

La lenta máquina del desamor,

los engranajes del reflujo,

los cuerpos que abandonan las almohadas,

las sábanas, los besos,

y de pie ante el espejo interrogándose

cada uno a sí mismo,

ya no mirándose entre ellos,

ya no desnudos para el otro,

ya no te amo,

mi amor.

Julio Cortázar

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Poema - "Pasatiempo"

Cuando éramos niños

los viejos tenían como treinta,

un charco era un océano,

la muerte lisa y llana

no existía.

Luego cuando muchachos,

los viejos eran gente de cuarenta,

un estanque era océano,

la muerte solamente

una palabra.

Ya cuando nos casamos,

los ancianos estaban en cincuenta,

un lago era un océano,

la muerte era la muerte

de los otros.

Ahora veteranos,

ya le dimos alcance a la verdad,

el océano es por fin el océano,

pero la muerte empieza a ser

la nuestra.

Mario Benedetti

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Poema - "Cuando me siembre en la madera"

Cuando me siembre en la madera,

vendrán todas las voces

—calladas en otrora—,

a hablar de cómo llegué a la raíz del mundo,

cómo toqué las cosas desde el alma misma del silencio;

vendrán,

pulcras,

cercanas y dulces

—como nunca habían sido—,

a duplicar mi vida simple con bondades,

para desprender quejidos

de los hermanos que escogí en este evento inusitado.

Cuando me siembre en la madera,

no les oiré,

deben saberlo,

aunque sé que igual harán lo suyo,

amontonarse,

como las moscas a la gracia del infante

para tener su momento de gloria en el infortunio,

el abismo selecto

donde mejor saben habitar.

Juan Ortiz

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Poema - "No todo es dolor"

A pesar de todo creo que hay más que dolor en un duelo.

Existe por ejemplo el coraje de llegar adonde nunca llegaste.

Y en el acto de dejar atrás hay algo de salir al encuentro.

Y cada adiós oculta silencioso un bienvenido.

La existencia es tan sólo una mezcla extraña

de finales y principios.

Y las despedidas mucho más

un tema de la vida que de la muerte.

Y lo creo porque otros que vivieron lo contaron,

porque otros que sufrieron primero,

crecieron después del dolor.

Es por eso que sé que no estoy sola,

que avanzo día y noche acompañada.

Que hay otros que dejando su marca en el camino

encontraron más tarde…caminando,

el sentido verdadero de haberlo recorrido.

Marta Bujó

Fuente

 

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Poema - "Poco a poco"

Poema - "Poco a poco"

Pasada ya la cumbre de la vida

-que dijo el clásico-,

ahora todo es descenso.

Desde allí arriba

-recuerdas-,

se veía el paisaje

con una claridad vertiginosa:

los lugares que mejor no haber pisado

y los que ya nunca pisarás.

Por suerte y por desgracia, unos y otros

se irán desdibujando

entre la niebla.

Te preguntas si esto

no debería preocuparte más.

Karmelo C. Iribarren

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