Un antimacasar es un pañito colocado en la parte superior del respaldo de una silla o sofá para impedir que se manche la tapicería. También se suele colocar en los brazos de sillones, butacas, etc.
El nombre proviene del aceite de macasar, una loción capilar empleada en el s. XIX, especialmente en la época victoriana, de modo que las amas de casa empezaron a cubrir respaldos y brazos de sillas con pañitos lavables para preservar la tapicería. Hacia 1850 surgió el nombre de antimacasar, y en 1865 se introdujeron en los teatros.
Llegaron a tener diseños elaborados, incluso haciendo juego con partes de la tapicería o del mobiliario del salón. Se realizaban en casa o se compraban, utilizándose las técnicas de croché o frivolité. Los primeros pañitos eran de croché, blancos y rígidos.
Los antimacasares se emplean, asimismo, en los respaldos de los asientos de los vehículos comerciales de transporte de viajeros, como trenes, autobús y avión.