Casi 10.000 animales murieron a orillas del Ebro ante la pasividad de los ganaderos. A más muertos, más indemnización. Mientras el Gobierno y los medios hablaban de pérdidas económicas millonarias, diversos grupos de rescate se afanaron en salvar las decenas de vidas que allí agonizaban, ante la pasividad de las autoridades.Unos pocos afortunados fueron a parar a diferentes santuarios. El resto, murió de sed, en estado de hipotermia, heridos y enfermos. O como el cerdo que, "tras más de cincuenta golpes", hubo de ser degollado.
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