Los expatriados británicos en España están siendo deportados a medida que los ayuntamientos reciben nuevos y amplios poderes para expulsar a las personas que votaron en contra de la permanencia de Gran Bretaña en la UE. El propio Brexit ha permitido a las naciones europeas retomar el control y deshacerse de los británicos que votaron por la salida en el referéndum del Brexit de 2016. Separar a los votantes del "leave" de los expatriados británicos con un cociente intelectual normal ha sido un reto para las autoridades españolas.

El real decreto ordenó a Friedrich Trump que saliera de Baviera (o de lo contrario, seria deportado) y que nunca regresara después de que no cumpliese con el servicio militar. Trump nació en Kallstadt, ahora en el estado de Renania-Palatinado, en 1869. Emigró a los Estados Unidos a los 16 años inicialmente para escapar de la pobreza, atraído por la fiebre del oro. En EEUU se dedico a atender a cazadores de oro en Alaska, dirigiendo un burdel para ellos, y allí hizo su fortuna.

Estos días las redes sociales chinas han ardido con el caso del español deportado por montárselo en público con una china. Todo ocurrió en Chengdu, ciudad en la que he residido hasta hace apenas unos días y de la que guardo un muy buen recuerdo, aunque no sé si los chengdutarras podrán decir lo mismo de los llegados de Iberia. Ya llevábamos una racha bastante buena desde el monólogo de Julían López y el “cállate, puto chino” de Froilán; demasiado larga y tranquila para ser verdad.