Para ser un buen bakala en los noventa, o al menos uno con estilo, había que tener alguna camiseta de Boy London o Destroy, zapatillas contundentes New Balance o Nike Air Max y unas cuantas gorras para combinar. Pero, sobre todo, era imprescindible llevar plumas, y no uno cualquiera. Aunque ya hay una generación que ha vivido sin ellos, los plumíferos de Pedro Gómez fueron una presencia habitual en los clubes de música electrónica que, en los noventa, conformaron la Ruta del Bakalao.