En China lo de vetar películas podría considerarse como parte de sus tradiciones milenarias, Los diez mandamientos (1923), El doctor Frankenstein (1931), Alicia en el País de las Maravillas (1933) y Ben Hur (1925) fueron prohibidas bajo la acusación de estar basadas en «supersticiones». En la actualidad, la Administración Estatal de Prensa, Publicación, Radio, Películas y Televisión de la República Popular China es el organismo, de nombre eterno y creencias férreas, encargado de seleccionar las películas que cruzarán sus ariscas fronteras.