Lo confieso: siempre tuve problemas para entender a las mujeres, y estoy descubriendo que se trata de un mero problema de código. Ellas hablan español y yo chapurreo álgebra booleana. Me dicen que la luna está en cuarto menguante y yo me pongo a buscar el puto unicornio. Con lo fácil que es decir que te apetece echar un polvo, hija mía.A mí, por mi parte, me resulta fácil admitir que me gusta follar. Por contra, parece ser que el cerebro femenino está genéticamente incapacitado para juntar esas palabras en su interior.