La vida de Sócrates estuvo marcada por una imagen: la de su padre quemando libros en el pequeño jardín de la casa familiar. Acababa de cumplir nueve años cuando un golpe militar fulminaba la democracia brasileña y pocas semanas más tarde, aterrorizado por los rumores de desapariciones y otros desmanes de la represión, don Raimundo reducía a cenizas algunos de sus tesoros más preciados ante la mirada atónita de aquel hijo suyo bautizado con nombre de filósofo griego. Comenzaba en Brasil la caza al comunista.
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