A los gatos les encanta el calor y la compañía humana, y por tanto prefieren dormir en las camas de la gente, incluso dentro de ellas. Cuando hacen esto, se están comportando realmente como gatitos que buscan la confortable seguridad de una madre. Se hacen un ovillo encima de su dueño y se acurrucan con satisfacción, de una forma mucho más relajada que con cualquier otro gato. Esta estrecha proximidad les pone en contacto con los olores humanos, y los sobacos son particularmente atrayentes.
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