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El imperio de lo falso

Barcelona se ha llenado de tiendas de ropa de segunda mano y si antes sus principales clientes eran pobres, ahora están siendo invadidas por jóvenes fashionistas buscando originalidad. Hacen bien porque antaño un abrigo se fabricaba para protegernos del frío y para que durara toda la vida. Marx tuvo que vender su abrigo para pagar facturas mientras escribía El Capital, pero hace ya mucho que la industria de la ropa dejó de ofrecernos buenas materias primas, excelentes patrones de corte y confección ejecutada con maestría.

| etiquetas: industria textil , fast fashion
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