En un mundo ideal estaríamos hablando de Homer Simpson, de donuts de color rosas y de un sillón en la sala de control de la central nuclear de Springfield. Pero tampoco está mal esta versión en la que el protagonismo lo adquieren las populares galletas Oreo. Y nuestro héroe, en este caso, es un aficionado al bricolaje y ferviente admirador de la Ley del Mínimo Esfuerzo.
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