[No, no es eufemismo de prostitución] Soy nuevo en Tokio, estoy sudado, y con jetlag. Pero estoy completamente a gusto. Se lo debo a mi amiga Miyabi. Es una de esas presencias tranquilizadoras, alegres, que siempre asiente, y totalmente leal, como si nunca fuera a dejar mi lado. Al menos, durante los próximos 90 minutos, que es lo que queda de la amistad que he pagado.
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