Fragmento de una campaña sanitaria de 1946, que buscaba frenar una epidemia de malaria en Kenia fumigando las cabañas de las aldeas con DDT. Un equipo de sanitarios es enviado a las zonas rurales para convencer a los aldeanos de que rociar sus chozas con DDT ayudará a detener la enfermedad. Cuando el escéptico jefe de la tribu, Arap Kipkoi, se opone alegando que el DDT es venenoso, el oficial británico lo esparce en un bol de gachas y se lo come a cucharadas para "demostrar" que el DDT es inofensivo para las personas.
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