La casa de Samuel podría ser la portada de un catálogo de Ikea. El papá intenta leer tranquilo en la mesa, mientras el pequeño construye trenes con los cuentos, y el mayor está a punto de descalabrarse desde el sofá. El padre levanta los ojos por encima de las gafas: “¡Venga, que ya toca el cuento!”. Todo se para y se arremolinan a su lado. Llega la paz. “Con el érase una vez se abre una cúpula a un mundo en el que todo el posible y los niños lo sienten así, como la puerta que se abre a un mundo paralelo donde ocurren muchas cosas"
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