Ponemos demasiadas expectativas en deporte, como si ganar determinados partidos nos exoneran de ciertas responsabilidades. También los éxitos deportivos puede ser la única alegría para un pueblo castigado política y económicamente. Los jugadores, por más que sean profesionales, sienten esa presión, la de ser símbolos de un país entero y responsables de sus alegrías o tristezas.
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