Así, se me viene a la cabeza cualquier alcalde que no necesariamente tiene que ser un alcohólico, pero sus hazañas son tomadas por el pueblo llano como si de un energúmeno ebrio se tratara. Carreteras sin terminar, asfaltados de cascos históricos, tranvías sin uso, corte de fuentes públicas de agua, privatizaciones… Un largo etcétera que podría ser perfectamente justificado por la ebriedad del susodicho pero que, tristemente, es perpetrado con la frialdad que corresponde a esta calaña.
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