Para quien no conozca la propuesta televisiva del Chef Chicote, diremos que consiste en acudir a restaurantes al borde de la hecatombe, para intentar salvar tanto a sus dueños como a sus trabajadores, aunque en muchos casos, a quien de verdad salva es al probrecito comensal de una gastroenteritis segura (cuando no de algo peor). Desfilan por la pantalla afligidos aprendices de hostelero que, entre baba y estertor, narran cómo los fogones de su local han calcinado (más que cocinar) varios cientos de miles de euros.
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