Imaginen ahora que el bueno de Albares, ya desenfundado, pasa a convertirse en Carlos Baute, que se contonea dulcemente en plena canícula y que, por efecto de ese balanceo tropical, hace que el citado vergazzo bascule en el espacio-tiempo, generando una suerte de reverberación cárnica a lo largo y ancho de la sala de prensa.
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Hablemos de vergas ¿o lo hacemos en el sub comerse las pollas?
El humor grueso lo entiendo, alguien la tiene mas grande que alguien.