Es una evidencia que el ganado, durante los primeros días, prefería pasar hambre a llevarse a la boca el forraje», explicaba —supongo que no literalmente —un agricultor de Mañufe al periodista, que quiso buscar los daños colaterales de aquella grave contaminación aérea provocada por la quema continua de petroleo. «Después de olfatearlo, torcía el hocico, resoplaba y volvía a levantar la cabeza», añadía, para referirse a la actitud que había adoptado el ganado de O Val Miñor, a consecuencia de la nube de humo del Polycommander.
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