Aunque pueda resultar paradójico, la relación que los vivos mantienen con los muertos es constante y peculiar. La ausencia física de familiares o próceres nunca es total desde el momento en el que se les recuerda o se les erigen monumentos, se les otorgan calles, polideportivos, colegios, institutos, barcos, aeronaves, obras literarias y cualquier otra manifestación del talento humano.
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