Ocho millones y medio de españoles están convencidos de que la única alternativa frente al caos y la barbarie es que nos gobierne la mafia, que nos asalten desde el gobierno y las instituciones alegremente y sin cortapisas. Pero es que, si este panorama desolador no fuera cierto nos veríamos en la desesperada obligación de concluir que la oposición está aquejada de alguna especie de estupidez que le impide establecer las prioridades políticas que acucian al país. Aún peor, cabe la posibilidad de que ambos escenarios sean complementarios.
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