El analista explica por qué no tiene sentido pensar que Europa puede reindustrializarse igual que Estados Unidos, por qué la vuelta de las fábricas a Europa no es necesariamente un trampolín ideal para crear empleo y crecer y por qué sin la ayuda del Estado cualquier regreso de la industria es una quimera. Advierte también que es falso que la crisis haya dejado a la UE sin capacidad para ganar a China, Japón o Estados Unidos en muchos sectores industriales.
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