La privatización de la educación, convertirla en una mercancía más, es el objetivo final de sus “reformas”. La clase trabajadora ha sido engañada, se la ha asustado apelando a las vísceras y a fenómenos como la inmigración o la existencia de etnias marginadas. Es triste oír a trabajadores decir que no llevan a su hijo/a a la pública porque hay demasiado de estos o de aquellos. La educación privada concertada no es democrática, al discriminar al alumnado que no puede pagar o al que no desean tener en sus centros. No educa en la igualdad.
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