Soleimani era, fundamentalmente, un poderoso militar extranjero que, por otra parte, no suponía ninguna amenaza inminente para los ciudadanos estadounidenses (o, al menos, no se conocen detalles sobre tal cuestión). Estos dos puntos, el tipo de objetivo eliminado y la naturaleza de la presunta amenaza, han sido siempre elementos cruciales en cualquier decisión del Gobierno de los Estados Unidos referente a llevar a cabo un asesinato selectivo o un ataque preventivo.
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