"El cliente tiene miedo a venir", comenta José, camarero del restaurante Elkano. Esta arrocería está a unos 100 metros de la sede socialista y ha notado de lleno el cambio que ha supuesto en sus vidas el inicio de las protestas que llevan sucediéndose de manera ininterrumpida desde hace días. "Ahora mismo son las dos menos veinte de la tarde y lo que tenemos facturado desde las 10 de la mañana son ocho euros. Dos vinitos que hemos vendido", admite.
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