Eli, una vecina de Malvinas Argentinas, Córdoba, en 2016 recibió una llamada telefónica de un hombre que le dijo que “se dejara de joder con Monsanto o iba a ser boleta”. Hacía años que luchaba en la Asamblea Malvinas Lucha Por La Vida contra la instalación de una planta procesadora del gigante de los transgénicos. Con miedo y la garganta cerrada, siguió adelante. El 3 de agosto de 2016, con el anuncio de que Monsanto se retiraba del lugar, ella y sus compañeres supieron que vencieron.
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