La vida de Ginzburg fue complicada. Sufrió represalias durante el gobierno de Stalin, en la Unión Soviética. En esta época estuvo a punto de entrar en la cárcel, una situación que evitó gracias a su aportación de la bomba de hidrógeno, un terrorífico invento cuya preparación sus colegas más cercanos desconocían por completo, según el propio Levanyuk. Con este hallazgo, Ginzburg consiguió el premio Stalin y fue condecorado con la orden de Lenin, y a su vez, ingresó en la Academia de las Ciencias de la URSS.