Este gigantesco edificio de 26 plantas no es la última colmena humana de una ciudad dormitorio, sino una pocilga vertical diseñada para criar cerdos de forma óptima. Animales que vivirán como seres humanos, alimentados con sistemas automatizados, limpiados de manera constante, y monitorizados con cámaras de alta definición por personal enfundados en uniformes que parecen salidos de la fábrica donde la NASA construyó el telescopio James Webb.

Antes incluso de que las palabras del ministro de Consumo, Alberto Garzón, desataran en España el debate sobre la calidad y el modelo de producción de la carne patria, ganaderos y medios de comunicación alemanes han elevado el tono sobre la «carne barata» española. Mientras aquí el sector cierra filas, en Alemania ya no dudan en sostener que «España es la pocilga de Europa». «La carne barata tiene un nombre: España. En ningún lugar se produce tan barato y tanto como allí». «España es la pocilga de Europa y está por delante de Alemania».

Al dueño de esta pocilga lo conocemos muy bien. Es un poder mucho mayor que el de la Asamblea Regional o el del gobierno de López Miras. Son los que mueven los hilos y los llevan moviendo casi tres décadas en esta Región. Los que mandan de verdad, sin presentarse a las elecciones. Los grandes de Murcia. Los del pelotazo inmobiliario. La gran agroindustria que ha barrido a nuestra agricultura tradicional y ha contaminado con su fango nuestro Mar Menor. Los señores del juego, esos que se han llenado los bolsillos con las ayudas que debían ayudar…

Una niña de diez años en Brasil sufre una enfermedad cuntánea (de procedencia epidérmica) llamada tungiasis después de volver de vacaciones de un pueblo rural. La tungiasis está causada por un insecto conocido como pulga de arena que se encuentra en zonas tropicales y selváticas. La pequeña se contagió de la infección en los pies tras jugar descalza en una pocilga.

Es la misma mierda con la que, precisamente, se implantaron las reformas universitarias que nos han llevado a esta situación. Durante los doce años de lucha contra las reformas de Bolonia, la propaganda del gobierno y del círculo de empresarios no paró de repetir que había que “poner la Universidad al servicio de la sociedad” para que fuera capaz de afrontar los “nuevos retos y desafíos”. Y han sido, precisamente, estas reformas las que abrieron la posibilidad de...

Curioso análisis desarrollado por el periodista deportivo Tomás Roncero acerca de la genética española y de los asuntos que han de ocupar los españoles.

Al mejor estilo Clint Eastwood protagonizando su película Sin perdón, parece haber comenzado la huelga indefinida de los y las trabajadoras del servicio de limpieza y jardinería en Madrid. La pocilga a la que se enfrentan es la ciudad de Madrid, esa ciudad que se ha gastado en los últimos 10 años 6536 millones de euros para unas Olimpiadas que no eran suyas, lo eran de las constructoras.

Colchones fecalmente empapados, un armario repleto de garrafas llenas de orina, sacos con excrementos de animales… Así dejaron unos inquilinos una vivienda de les Alqueries después de desaparecer con las llaves dejando cinco meses a deber.

Miembros del Ayuntamiento de Derbshyre (Reino Unido) buscan al antiguo inquilino de una casa de protección oficial que ha desaparecido después de convivir durante un año con un cerdo y que ha causado importantes daños materiales. El personal municipal se dirigió al hogar después de recibir numerosas quejas de los vecinos que denunciaron el mal olor.

Cualquiera que haya compartido una cocina con compañeros de piso o de trabajo ha podido tener una experiencia similar a la persona que escribió la nota que muestra la imagen. En ingles. Traducción en #1

¿Como puede ser que existe un lugar tal como este?

Gabriele K., una mujer de 46 años, dejó abandonados desde el pasado verano en un piso de cuatro habitaciones en el este de Berlín a sus cuatro hijos, el mayor de 12 años para irse a vivir con su novio. Los vecinos no se enteraron de nada, tampoco en la escuela o las autoridades encargadas de velar por la infancia. El hijo mayor se encargaba de llevar la casa, pero al final la porquería le desbordó y expuso la situación ante un asistente social. Según parece, la mujer pasaba de vez en cuando para dejarles uno cinco euros por semana para comer.