Luis -nombre ficticio- tenía una pequeña empresa de escayolistas. En los buenos tiempos, antes de la Expo, tenía hasta ocho empleados y hacían unos 300 pisos al año, después de 35 al frente de su negocio, tuvo que cerrar la empresa. Después trabajó unos meses para otras empresas de la construcción. Ahora está en el paro y cobra el subsidio de 426 euros al mes. Luis, de 59 años, empezó a trabajar a los 14 y tiene 46 cotizados, pero por cuestiones administrativas no puede jubilarse. Muchas familias viven al límite.