En el momento exacto en que los operarios retiraban un altar lateral de la ermita de San Andrés de Enterría, en el valle de Camaleño, los ojos de los presentes no daban crédito a lo que estaban viendo. Un tenante de altar, de 1.10 de altura y forma sensiblemente cilíndrica, veía de nuevo la luz tras haber permanecido oculto más de un milenio. El antiguo tenante de altar perteneció a la primitiva construcción prerrománica, de tipo asturiano o mozárabe, cuya cronología debe establecerse entre los siglo IX y X.