Ambas madres coincidieron en afirmar que el profesor «tenía preferencia por niños rubitos, con la tez clara y muy extrovertidos», como sus hijos. R. S. explicó cómo se enteró de todo y relató que, según le había contado su propio hijo, «después de comer se llevaba al pequeño a la sala de audiovisuales. Allí, el maestro le enseñaba alguna foto. Y le preguntaba: ¿tú eres chico o chica? y el pequeño respondía, yo soy chico, soy un hombre. Entonces, le decía, ¡a ver!, y le tocaba por encima del chandal».