Un solo policía se quedó al cuidado de la localidad mexicana de Santa María del Oro, con menos de 600 habitantes, después de que el jefe del cuerpo y seis agentes más huyeron del poblado, que vive un clima de violencia por el que hasta la Iglesia católica canceló las fiestas patronales. Este policía, que solicitó el anonimato por seguridad, dijo hoy a Efe que ayer, lunes, sus compañeros "tomaron sus maletas y se fueron sin decir nada", y que ninguno se había presentado a trabajar, aunque no pudo confirmar si renunciaron de manera formal.
