Como matrona, María (nombre ficticio) ha sido testigo de cómo un médico le pedía que le dijera a una mujer que el feto era grande y que programara una cesárea porque quería ver un partido del Real Madrid. Como ocurrió en este caso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que muchas mujeres están expuestas cuando dan a luz a maltrato físico, humillación, abuso verbal y procedimientos médicos coercitivos o no consentidos.

Cuando los aparatos para tratar partos problemáticos se asemejaban a herramientas medievales de tortura, una familia inventó un instrumento que incrementaba en gran medida la probabilidad de supervivencia de madre e hijo... pero lo escondió durante un siglo... Peter Chamberlen, luego conocido como "el viejo", y su hermano, también llamado Peter (el joven), nacieron en París en 1560 y 1572. Como la familia era hugonota tuvieron que huir a Inglaterra. Siguieron la profesión de su padre, convirtiéndose en barberos cirujanos y reconocidos parteros.

A principios de la década de 1600 se desarrolló una forma no quirúrgica de ayudar al bebé en un nacimiento difícil. Era un manera tosca y muy simple, pero a nadie se le había ocurrido antes: el fórceps. Hablando en román paladino: se empezaron a usar unas pinzas gigantes para agarrar la cabeza del bebé a fin de que saliera con más suavidad por el conducto pélvico de la madre.

La asociación El parto es Nuestro denuncia un caso de uso de “fórceps didácticos” en un parto que terminó lesionando gravemente al bebé.

Los "fórceps didácticos" son aquellos que se realizan sin el consentimiento de la mujer y sin que exista indicación médica. Nancy presentaba un especial perfil de indefensión que la hacía perfecta para sufrir esta técnica durante su parto: mujer joven, inmigrante y carente de recursos económicos. Hasta en tres ocasiones diferentes estudiantes se turnaron para introducirle los fórceps, bajo las indicaciones de la tutora, que incluso tuvo que advertir a uno de ellos: "¡Cuidado, que así le rompes la cabeza!".

El juzgado de primera instancia número 22 de Valencia ha impuesto una indemnización de 861.878 euros a un seguro privado por las graves lesiones provocadas a una niña en un parto como consecuencia del defectuoso uso de los fórceps. El fallo inicial del juzgado fijó la cantidad a pagar en 771.173 euros, importe que completó en un auto posterior con otros 90.705 euros por invalidez permanente absoluta, que se habían omitido por error en la primera resolución.