Cientos de miles de personas están en la cárcel o mueren asesinados por llevar droga a los países occidentales para que los consumidores puedan sentirse, al menos por un momento, tal y como se siente diariamente Tamara Falcó. Esperábamos que la protagonista fuese a quedar embarazada de trillizos negros, engancharse al crack o descubrir la superficialidad de quienes le rodean y caer en una depresión que la llevase a huir con el primer autoestopista por la España rural para terminar bañándose desnuda en una playa desierta. No ha sido así.