“¡Siete!”, grita la enfermera. “Nora, por favor, siete, siete”, vuelve a gritar. Está en el séptimo piso. Espera al único ascensor que funciona en el hospital de nueve plantas. Y el botón para llamarlo tampoco sirve. La enfermera, que no revela su nombre a BBC Mundo, tiene la opción de usar las escaleras, aunque dice que le duelen las rodillas. Pero los pacientes, la mayoría de ellos, no tienen esa posibilidad. “El ascensor lleva así desde el año pasado”, asegura.