La abdicación de Juan Carlos I no puede sino ser vista como el primer paso necesario para el imprescindible cambio de régimen en España. Rápidamente fueron muchos los analistas, incluso algunos periódicos apostaron por ello hoy martes, los que se apresuraron a titular la jornada como el fin de la Transición o el inicio de la Segunda Transición. Pero nos encontramos con un propio problema semántico. Algo que dura 39 años no puede ser en sí mismo transitorio; por propia definición, es permanente.