“La paguita” suele ser la manera peyorativa de llamar a la propuesta de ingreso garantizado e incondicional al margen de la relación laboral. Esta definición expresa una profunda ética del resentimiento y una mentalidad servil forjada en torno a una moral del trabajo y la genuflexión por defecto con el señorito/patrón/especulador etc.. Esta mentalidad de galeras que siempre desconfía de cualquier avance y progreso, no solo es éticamente reprobable, es además un lastre económico: el servilismo nos sale muy caro.