Y me he dado cuenta de que, de ahora en adelante, en Europa se acepta la caza a bastonazos de un presidente electo y de su gobierno cuando éste sea impopular, tenga ministros corruptos y al pueblo se le haga padecer sacrificios indignos mientras una pequeña minoría se enriquece. ¡Puedo asegurar que aquí hemos recibido el mensaje! En efecto, en la manifestación de ferroviarios europeos, a la cual me uní en Estrasburgo, perdí la cuenta de cuántos me dijeron: “¿Tenemos que hacer como en Ucrania para que nos escuchen?”.