A mí jamás se me ocurriría calificar de nazi al PP. Es un partido –hablo de su esencia, no de todos y cada uno de sus militantes en concreto– proclive a la corrupción, al espíritu mafioso y al autoritarismo. No es sólo conservador, sino reaccionario. Le gustaría –lo está haciendo, de hecho– que España volviera a los años 1970, a un tardofranquismo al que se le añadirían las mínimas libertades y los mínimos derechos precisos para ser aceptado en la Unión Europea y poder sentarse en el Despacho Oval. Voilá.