El conductor frunció el ceño, yo fruncí el ceño. Nos miramos. ¿Quién coño exige un desvío de ese calibre con ese tono casi despectivo? Todo el mundo que coge Blablacar sabe que las condiciones son claras. Si el conductor dice que no hace desvíos, no los hace. Es un viaje comunitario, en el que todos los implicados desean estar en su destino a la hora acordada. No sabíamos que estábamos tratando con un ser para el que las palabras 'comunitario', 'solidaridad' o 'respeto' eran ecos lejanos, conceptos de otro mundo.