“Andalucía es soberana y autónoma; se organiza en una democracia republicana representativa, y no recibe su poder de ninguna autoridad exterior al de las autonomías cantonales que la instituyen por este Pacto”. El primer artículo de la Constitución de Antequera, que dio los primeros trazos al andalucismo que luego impulsaría Blas Infante, fundamenta toda una declaración de intenciones. Una comunidad con límites marcados, soberana y con la autonomía de sus ciudadanos como máxima.