Se abre el telón y aparece tu ordenador explicándote cómo se va a actualizar en menos de once minutos, obligando al equipo a reiniciarse. Lo que sigue es un soliloquio de condiciones shakesperianas: "Mirad esta mierda, reiniciando en 12 minutos y tres segundos. Esta mierda aparece en mi ordenador todos los días, automáticamente". Y a partir de ahí, una erupción progresiva, digna del Vesubio, hasta que alcanza la traca final, el golpe retórico racista e inexplicable.