D. G. A. amenazó de manera continuada a la mujer con la que convivió entre 2014 y 2015, la maltrató en varias ocasiones y llegó a causarle lesiones en ese tiempo. Sin embargo, eso no supone que "fuese habitual que [la] menospreciara, vejara, humillara e insultara con afán de control y dominio" pese a que le dirigía "expresiones tales" como "puta, zorra, guarra" ni, tampoco, que los "empujones, tortas, golpes, patadas y tirones de pelo" que le arreó ocurrieran con una frecuencia suficiente por sí sola como para considerarla delictiva.