Entender esta contradicción nos ayudaría a manejar nuestra tesitura, porque, en esencia, la condicionalidad que nos exigen nuestros vecinos del Norte para seguir prestándonos dinero es que acometamos las reformas que por fin asienten nuestra economía en un mercado libre y competitivo, racionalizando el uso del dinero público y abandonando las pautas corporativistas, de origen franquista, que aún rigen en muchos sectores, empezando por nuestras relaciones laborales.