A pesar de que Irán cuenta con un presidente electo popularmente, y que será renovado esta semana, la figura clave del Estado es la del Líder Supremo. Una figura, creada a medida para el ayatolá Jomeini, que ejerce el rol de cabeza del Estado y que es además el guardián de que los valores islámicos se respeten en el país. El poder del Líder Supremo va, sin embargo, mucho más allá de la religión. Controla las Fuerzas Armadas y tiene la potestad de elegir puestos clave en el sistema, como el presidente del Tribunal Supremo.