Aparte de todas las consideraciones ideológicas y de clase que queramos argüir, que para mí son tantas que no sabría ni por dónde empezar, parece que hoy lo fácil es culpar a una parte de los catalanes de todos los males del mundo. Pero la situación a la que se ha llegado no es fruto de la casualidad, ni ha sido provocada por visionarios ni mesías, ni triunfan sus inventos del Tbo porque su audiencia esté poseída por el aura del hipnótico líder.