El tercer policía municipal volvió del coche, entregó al chico el boletín de denuncia y todos se marcharon de allí.
Los compañeros, como siempre, demostraron que no todos los policías son iguales. Demostraron que se puede confiar en el cuerpo. Demostraron que ante una injusticia o ilegalidad, son capaces de denunciar incluso si quien comete la ilegalidad es su compañero.