"Se me dirá, y con razón, que no son lo mismo. Que los regalos (viajes de placer incluidos) a los periodistas de este relato, y de otros tantos relatos que están por escribir, no son comparables con la lencería fina y el sibaritismo que ocultaban las tarjetas negras en manos de sindicalistas y políticos de izquierdas (y de derechas) [...]. Pero sin esto otro, sin estas pequeñas corruptelas, posiblemente aquellas otras no habrían sucedido. O, al menos, lo habrían tenido más difícil".
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