“No es lo mismo un escenario planificado, con unos “guiones” y unas escenas previamente pactadas que lo que pueda surgir en la vida real, en un escenario improvisado. Por ejemplo, pretender aguantar 30 minutos de penetración, sin parar seguramente sea molesto para todas las partes implicadas en la relación. Y el objetivo de tener sexo es el placer, no la desesperación por no poder hacer una determinada postura, tener un pene concreto, una cantidad de semen, un cuerpo normativo, etc.”, explica la psicóloga.
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